domingo, 15 de diciembre de 2013

Pastel de Zanahorias y Naranja

Esta primavera unos amigos del país vecino, vinieron a visitarme y con ellos trajeron unos maravillosos libros de cocina francesa. Como saben que me gusta la repostería decidieron por endulzarme un poco más la vida.
La receta que hoy os propongo es de uno de ellos, 70 gateaux incontournables de grand mere , evidentemente todito escrito en esa lengua romance tan preciosa.
Hacía tiempo que buscaba una receta para elaborar un pastel de zanahorias. Mi primer fallo fue que la mayoría que encontraba eran salados y en mi mente estaba el recuerdo, del famoso pastel de zanahorias que hacia una prima mía cuando íbamos al campo. Aun recuerdo, como con mi primo nos comimos más de la mitad siendo ambos pequeños...estaba delicioso. Realmente, lo que yo buscaba era una tarta, una tarta dulce y no salada.
Así que cuando decidí empezar a hacer las recetas de este libro, rápidamente al ver que había un pastel de zanahorias, no puede resistirme...y sabéis que es lo que sucedió...que por falta de tiempo no pude hacer las fotos antes de la comida familiar y si me descuido...la tarta desaparece en un plis plas. ¿Qué tendrá el pastel de zanahorias, que es tan adictivo?


"Pastel de Zanahoria y Naranja"
- 370 gr. de zanahorias
- 1 naranja
- esencia de vainilla
- 250 gr, de harina
- 1/2 sobre de levadura química
- 2 huevos
- 200 gr. de azucar
- 15 cl. de aceite

Antes de nada, prepararemos el horno a 180º C y una vez elaborado el pastel, lo dejaremos hornear durante unos 40 o 45 min, en función del horno. Como ya sabéis el truquito es punzar con un palillo y ver que sale limpio.  Os puede suceder, que se os haga más por arriba que por abajo, entonces os recomiendo cubrir el pastel con papel de albal y seguir horneando.

Iniciaremos la elaboración del pastel, rallando las zanahorias sobre un bol. Posteriormente, añadiremos la piel de la naranja rallada y la esencia de vainilla. Las reservaremos,  mientras elaboramos el resto del pastel.
En otro bol, haremos la pasta, tamizando la harina con la levadura. Añadiremos los dos huevos, uno a uno y mezclaremos dando homogeneidad a la pasta. Posteriormente, zumo de naranja y el aceite, lo cual nos ayudará a mezclar mejor la pasta. Finalmente, ajuntaremos el azúcar y la vainilla, removiendo con las varillas eléctricas para que la pasta se haga más cremosa. Una vez, hecho esto, es el momento de ajuntar la ralladura de zanahoria que anteriormente habíamos preparado. Lo mezclamos todo con la ayuda de una espátula y lo vertimos en un molde que habremos preparado.

Cuando ya esté listo, lo meteremos en el horno y lo dejaremos allí unos 45 minutos.

Mientras tanto, aprovecharemos para crear la crema de limón de cobertura.

"Crema de limón"

1/2 paquete de crema de queso fresco
60 gr. de azúcar glass aprox.
1/2 limón

Para la elaboración de la crema de limón, hay que ser un poquito intuitivos...ya que en la receta original, utilizaban crème fraiche, pero me encontré con un problema, costaba mucho de que montase y necesitaba demasiada azúcar. Así, que opté por utilizar la crema de queso fresco o philadelfia. En mi caso usé un poquito más de la mitad del paquete y fui añadiendo el azúcar glass poco a poco y mezclando con las varillas hasta que la crema tuvo una consistencia. Después añadí el zumo del medio limón y se mi licuó un poquito. En ese caso, añadí un poco más de azúcar hasta conseguir la consistencia deseada.

Finalmente, cuando el pastel esté hecho, lo sacamos del horno y lo dejamos reposar un poco. Cuando esté frio, lo desmoldamos y lo cubrimos con la crema de limón y ya lo tenemos listo para saborear.



Como veis, esta vez utilicé un molde circular. He de deciros, que queda muchísimo mejor presentada y más alta en un molde rectangular, de esos que se utilizan para hacer plum cakes. No obstante, esto va a gustos y bueno, se me ocurre que viniendo las fiestas navideñas, puede ser una dulce alternativa para el paladar, y porqué no utilizar unos de esos moldes tan monos en forma de reno o árbol de navidad. Incluso, se podría hacer la variante en cup cakes, es decir, verter la masa en los moldes de magdalena, y decorarlas con la crema de limón.

Realmente, es un bizcocho muy sabroso. Tanto, que si me descuido, no llego a poder ni hacer las fotos...vamos, que el pastel duró un visto y no visto. ;)


Un par de consejitos para acabar, sobre como mejorar el gusto del pastel. Como sabéis las zanahorias son un poco acuosas, lo cual puede hacer que el pastel quede más compacto. Un truquito, es añadir un poquito de almendras en polvo a la pasta y así, ellas absorben el agua restante.
Igualmente, si queremos darle un toque al caramelo, muy francés por cierto al bizcocho, ponemos las zanahorias rayadas en una paella y las mezclamos con un poquito de azúcar y mantequilla, hasta que se caramelicen. Más  o menos, unos cinco minutos. Con eso conseguiréis un toque aun más dulce en el pastel.

Y eso es todo...ya me explicareis si lo probáis como os ha quedado.


domingo, 10 de noviembre de 2013

Ecos lejanos de sirenas


Hace un tiempo que llevo pensando en abrir una nueva sección en el blog, en la que la palabra priorice a la imagen. A raíz de un reto semanal en el grupo de fotografía Lío de fotos, surgió una colaboración muy especial con Ali, una gran compañera y gran fotografa. Durante unos meses estuvimos retándonos haciendo caratulas de libros y creando su segunda parte. Después, del verano, la vuelta a la rutina no facilitó demasiado el poder continuar el intercambio y la propia Ali, me animó a continuase con ello...así que de esta manera nace un poco esta nueva sección.

Empezamos con una incursión en la novela de fantasía y con una historia titulada: Ecos lejanos de sirenas.





Capitulo 1.

Me encontraba buscando tesoros perdidos a orillas del mar. La tarde se estaba tornando calurosa, a pesar de que el sol ya había empezado a bajar buscando su ocaso. Había sido una de esas tardes poco fructíferas, en las cuales, después de largas horas, solo había guardado en mi mochila cuatro pequeños objetos metálicos. Normalmente, con lo que encontraba, trataba de crear mis obras y después me sacaba algún dinerillo con el cual poder llegar sin pasar hambre a final de mes.

Decidí tomarme un respiro y darme un baño, pues la calor ya empezaba a ser agobiante. Desde la gran noche, en la cual el mundo había cambiado, las horas de luz de las que disponíamos cada vez eran menores y el calor a medida que se acercaba la oscuridad, se hacia insufrible y sofocante.

Mientras chapoteaba en el agua, algo rozó mi pie izquierdo. Noté una punzada electrizante que durante una fracción milésima de segundo me paralizó por completo. Sentí como la angustia se apoderaba de mi ser e intenté erguirme en el agua, para alcanzar la orilla a pie. Al hacerlo, mi pie dolorido no soportó mi peso y me desvanecí en el agua, sumergiéndome en ella durante un par de segundos. Cuando salí a flote, nadé a brazadas largas, intentando no darme impulso con los pies y de esa manera, en cuestión de un minuto, ya estaba arrastrándome por la arena de la orilla de la playa.

Me senté y vi como la piel de mi pie izquierdo, estaba ligeramente rosada. Traté de buscar el mínimo indicio de una picadura, pero no lo encontré. No obstante, el pie me hervía y lo sentía como adormecido.

Decidí volver a casa y sumergir el pie en agua con hielo. Esa noche, algo extraño sucedió mientras dormía. Como cada noche había dejado la ventana abierta para que entrase algo de frescor al llegar el alba. Me desperté en sudores en la noche, con el pie totalmente inflamado e hirviendo como un volcán en erupción. Entonces, algo captó mi atención. Una dulce melodía llegaba a través de la ventana. Sonaba lejana, pero aún así, resonaba en mi interior y me llamaba. No entendía bien que decía, pero me hablaba, me susurraba palabras dulces de amor.

Evidentemente, gracias a la razón salí de ese estado de estupor y traté nuevamente de conciliar el sueño en la calurosa noche.


Capitulo 2.

Al día siguiente me desperté resacoso, como si hubiese pasado toda una noche en blanco bebiendo sin parar. Mi cabeza aturdida ralentizaba todos mis movimientos, con lo cual realizar mis rutinas diarias se transformó en toda una hazaña digna del más noble de los héroes.

La mañana transcurrió a medio gas, siendo incapaz de dejar volar mi creatividad para finalizar la escultura que estaba creando. Estaba como bloqueado y de repente, sentí la necesidad de salir al aire libre. Así, que cogí mi detector de tesoros y lo coloqué en el interior de la mochila. Después me calcé el mejor par de botas de que disponía y salí hacia la playa chica, la que estaba situada más al norte de la ciudad.

A medida que me acercaba a la playa, más a disgusto me sentía. Algo en mi interior no marchaba bien, tenia como nauseas y ganas de vomitar. Así, que sin dudarlo decidí retornar de nuevo a casa. Una vez allí, como por arte de magia las nauseas desaparecieron. No entendía nada, realmente estaba siendo un día muy extraño.

Hice un segundo tentativo de salir de casa, pero está vez, decidí volver a la gran playa, la que está situada más al sur de la ciudad y en la que ayer había encontrado cuatro cachivaches brillantes. A medida que más me acercaba a ella, mejor me sentía. En mi interior todo fluía, tanto que si me lo hubiese propuesto seguro que hubiese conseguido levitar.

Evidentemente después de la gran noche, muchos de nosotros habíamos despertado con nuevas capacidades, como a mi me gustaba llamarlas, y no era extraño ver hombres y mujeres levitando por el aire para ir a sus trabajos. Otros, como me sucedió a mi disponíamos del poder de la transmutación para cambiar el estado de los elementos del entorno a nuestro libre albedrío. A mi me gustaba utilizar mi nueva capacidad con fines creativos y así culminar mis obras. Otros en cambio, los utilizaban para beneficiarse con el dolor ajeno del prójimo, generando catástrofes diarias contra las que luchaba la SAT, nuestra Sociedad Anti Transmutación, que velaba por preservar la ley y el orden establecidos.

Una vez en la playa, embriagado por ese placentero sentimiento de libertad que mi sino albergaba, me lancé animado a buscar cachivaches por ella. Sabia que esa tarde la suerte estaba de mi lado y estaba seguro de que encontraría algo de mi interés.


Capitulo 3.

Realmente, la tarde fue fructífera. Encontré un vidrio pelado de los que antes se utilizaban para envasar las cervezas. Si mirabas a través de él podías ver como el atardecer se difuminaba en colores ocres, verdosos y amarillentos. También encontré una tuerca del numero 7, que seguramente había pertenecido a un eje de engranaje de una motosierra. Y mi mejor tesoro para ese día fue un tapón con tapa, del cual estaba más que seguro daría un buen uso como monóculo ocular en mi escultura.

Esos tesoros me llevaron a cuestionarme, lo que la mayoría de nosotros nos cuestionábamos cuando los encontrábamos allí, en la gran playa. Para todos ya era casi una cuestión trascendental y que casi se transformaba en un acto de fe, pues realmente era imposible, por no decir más que improbable que algún ser humano hubiese dejado allí esos objetos, ya que hacía cientos de años que habían dejado de utilizarse y que solo parte de alguno de ellos se exponía en los museos.

Eran esos misterios en los que los ilustrados pasaban el tiempo elaborando teorías, que la mayor parte de las veces era dificilísimo de corroborar. Mientras, me iba inmiscuyendo en mis divagaciones y pensamientos, creo que el sueño se apoderó de mi, llevándome a esos mundos en los que algunos de nosotros podían navegar de manera consciente, a los mundos del ensueño, donde la ficción y la realidad corrían juntas de la mano.

Mientras me encontraba descansando plácidamente sobre la arena de la gran playa, mi otro yo navegaba por el ensueño, sobrevolándome y observándome desde el cielo. Decidí activamente, descender hasta situarme justo al costado derecho, dando la espalda a mi propio cuerpo y mirando más allá del horizonte.

Fue entonces cuando la vi acercarse y su visión fue tan impactante, que rápidamente me llevó a mi cuerpo y me despertó.




Capitulo 4.

No podía ser real la visión que había tenido en el ensueño. Pero, era tan real, que si en ese momento la tuviese delante estaba seguro que la podría tocar con mis propias manos. Decidí abandonar los sueños locos y volver a casa a acabar mi obra. Estaba seguro que con el tapon de tapa, conseguiría un androide de lo mas interesante. Estaba claro, que la visita a la gran playa me había vuelto la inspiración.

Justo cuando salia de la playa, un haz de luz brillante que surgía de entre unos matorrales capto mi atención. Los matorrales estaban en la zona de aguas, aquella en la que el mar y la arena se mezclan y crean vida. Me acerqué a paso decidido y allí encontré un precioso objeto, un talismán de los antiguos en forma de camafeo. Estaba incrustado en una parte de la corteza del tronco de un arbusto y  en él podía verse dibujado el precioso rostro de una mujer, de pelo azul y larguísimooooo.

Pasé el día trabajando en mi inacabada obra, que cada vez iba tomando más forma. Estaba seguro de que esta vez conseguiría vendérsela al Sr. Marius, el representante de la galería de arte más importante de la ciudad. Hacia un par de meses que había contactado conmigo, interesado por mi trabajo, que había visto expuesto en el bar de Joe's y me había pedido si podía crear un androide con formas humanas.

Después de tomar un pequeño refrigerio antes de acostarme, decidí tratar de sacar el camafeo de la corteza para poder restaurarlo mejor. Era una pequeña antigualla que podría encontrar un buen precio de salida en los mercados clandestinos de Montferrer.

Acerqué mi dedo a uno de los bordes, el que estaba más saliente y traté de transmutar la corteza en algo líquido. Nada más iniciarse el contacto, un montón de chispas empezaron a saltar alcanzándome parte del brazo. Noté como empezaba a enrojecerse y  rápidamente fui a sumergirlo en agua.


Capitulo 5.

Nuevamente una noche horrible acababa de empezar. El brazo empezó a inflamarse, tanto que diría yo que mi temperatura corporal se elevó a más de los 38º C. Tenía fiebre. Así, que decidí estirarme en la cama dejando la ventana abierta para que la brisa nocturna llenase la habitación.

A fuera, parecía un infierno. El aire que apenas soplaba era muy caliente. Poco a poco, empecé a ceder al sueño y de repente me encontré fuera, desnudo caminando por el jardín. En el horizonte, una gran luna redonda parecía reposar calmada sobre el mar. Entonces, oí su voz, su susurrante y lejana que me decía: "Ricky, recuérdame".

Para recordar estaba yo. Continuaba avanzando a paso lento por el jardín y justo en el momento que iba a saltar la valla que daba a la carretera secundaria, su voz volvió a sonar insistente: "Ricky, por favor, encuentra el modo de recordarme".

Esto ya era el colmo. De repente, una corriente fuerte me hizo volar hasta el interior de la casa y desperté en mi cama cubierto de sudor. Miré el reloj de la mesita y vi que eran las 4 de la madrugada. Evidentemente, tras los picores me había quedado dormido. Mi brazo ya no estaba inflamado y a pesar de que me encontrase un poco aturdido, respiraba muchísimo mejor.

Entonces, me acordé del sueño y de la misteriosa voz de mujer que me pedía recordar. ¿Pero, que era lo que debía recordar? Sin duda, si continuaba así, tendría que ir a visitar a la gran Dama.



Capitulo 6.

Volví a quedarme dormido de nuevo. Esa vez, tuve un sueño precioso, tanto que al despertar me hubiese gustado continuar soñando. Nuevamente, me encontraba en la gran playa, descansando absorto mirando el mar. Entonces, la luz del sol se oscureció de repente, y el mar empezó a agitarse de manera bravía. Las olas, cada vez eran mayores, rompiendo fuertemente antes de llegar a la orilla. Otro en mi lugar, ya se hubiese alejado a un lugar más seguro. Pero yo era Ricky Mallow y como buen Mallow adoraba el riesgo. Así, que continué sentado en la orilla, como absorto esperando el gran milagro. Y de repente, el gran milago se produjo y ante mi apareció una preciosa mujer, de cabellos largos, semi desnuda, nadando ágilmente entre las olas.

Era de locos, pero situada frente a mi, con mirada libidinosa me hacia señas con las manos para que me acercase a ella. No lo dudé ni un segundo, mi razón hacia bastante tiempo que me había abandonado. Así, que me quité la ropa y me adentré en el bravío mar.

Las brazadas se me hicieron eternas, pero ella seguía allí, como flotando entre las olas alentándome con su mirada, cada vez más cercana y próxima. Finalmente, la alcancé. Cuando mi mano se posó en sus hombros, una corriente eléctrica erizó todo el bello de mi cuerpo y cuando sus labios carnosos rozaron la piel de mi cuello, el éxtasis divino hizo una catarsis en mi.

Fue entonces cuando la luz me llevó a la consciencia y desperté, solo en mi cama. Evidentemente, no estaba en la gran playa, ni ninguna maciza yacía a mi lado. Esa era la realidad de Ricky Mallow desde que Katrina me había dejado.

Capitulo 7.

Fui directo al baño por una ducha fría. El agua me reconfortaba en estos momentos pues en cierta manera calmaba mi corazón herido. Quería dejar de pensar en Katrina, pero después de ocho meses de su ausencia, aun seguía amándola. Y el agua fría, congelaba mi corazón y con él mis sentimientos se mantenían a ralla.

Evidentemente, vivía en un autoengaño consciente. La soledad se había apoderado de mi y solo mi arte colmaba mi inquieta creatividad. Era como si hubiese decidido morir atrapado en mi propia vida.

Pero, hoy me sentía diferente, realmente el sueño nocturno me había despertado y al mirarme en el espejo,  me sentía por primera vez libre y afortunado. Es tanto, que decidí salir a comprar unas verduras, unos boletus, algo de pescado fresco y un buen vino blanco para cenar.

Cuatro años de vida en común junto a Katrina habían cambiado mis hábitos alimenticios. Ella era una carnívora nata y generalmente, siempre había una presa de caza en nuestra mesa para cenar. Pero hoy, iba a ser diferente, me sentía afín al mar y evidentemente deseaba deleitarme con sus exquisiteces.

Pasé el día inspirado trabajando en mi taller. Realmente, había algo que fluía en mi, pues ya casi tenía el androide finalizado. Decidí darle un toque final, quizás aquel antiguo camafeo...pudiese servirme para ello. Así, que me puse manos a la obra y cogí la piedra de pulir, para al menos limpiarle un poco la cara al camafeo, visto que la noche anterior mis poderes de transmutación no me había permitido alterar su estado.

Situé el camafeo bien  apretado entre los ejes del torno y acerqué la piedra a él. Nuevamente empezaron a saltar chispas, pero curiosamente, cuando empezaba a tomar brillo, las chispas se transformaron en diminutas gotas de agua. De repente, me encontré con la mesa de trabajo llena de gotitas de agua. El sol incidió sobre una de ellas...y fue entonces, cuando vi una imagen ilusoria que me susurraba: "Ricky, aún así no me recuerdas..."


Continuará...



domingo, 6 de octubre de 2013

Otoño tardío

Miguel se despertó hambriento aquella mañana. Medio dormido se dirigió a la parte posterior de la casa, la que comunicaba con el pequeño bar. 
Entró y fue directo al mostrador de las bebidas. A parte de prepararse un tentempié caliente, su cuerpo, aún resacoso de la noche anterior, le pedía un gin tonic...así, que casi sin pensarlo se dio cuenta que tenia la coctelera en sus manos y que que la estaba llenando de licor.

De repente escuchó un ruido en el silencio, que le hizo girarse hacia el ventanal...y fue entonces cuando por sorpresa, leyó el mensaje escrito del cristal.


Tuvo que salir a fuera, para poder dar crédito a lo que parecía intuir. Alguien, había escrito la palabra ayuda, en el vidrio de la entrada. Miguel, aun medio dormido, se tomó de golpe el gin tonic. Su mente se disparó por segundos y la adrenalina corría por sus venas a toda velocidad. 

No podía ser cierto, debía tratarse de una broma pesada...pero era tan real... De repente, el sonido estruendoso del móvil, le saco de ese estado. Y al otro lado del auricular, la tan familiar risotada de Paco, le ayudaba a recordar, que hoy domingo ,día de descanso, tocaba trabajar en el campo. Su hermano ya le había advertido el día anterior, de que si se pasaba en la juerga nocturna, por la mañana tendría un macabro despertar...

Era día de siega, pues extrañamente ese año, todo venia tardío y ya entrados en el mes de octubre, empezaban a cosechar lo que siempre habían hecho a mediados del estival verano.


Se vistió a medio gas, pensando en como devolverle la pesada broma a su hermano. Desde su tierna infancia, habían sido compañeros de juegos y rivales a la vez. Una extraña competencia había surgido entre ellos. Se discutían a menudo, pero no podían vivir el uno sin el otro. Su vínculo era muy especial y ambos sabían que no podía ser de otra manera, pues eran gemelos.

Cuando llegó al campo, vio a su hermano que le saludaba con una gran sonrisa desde la máquina cosechadora. Definitivamente, pensó que no debía haber salido la noche anterior, pues ahora le tocaba a él realizar el trabajo sucio y más pesado, el de repasar cada hilera verificando que no hubiese quedado ninguna espiga sin segar. Y con el calor, que empezaba a hacer, todavía se le hacía más cuesta arriba el trabajo.


Pero, el simple hecho de poder ir urdiendo una trama para vengarse de la broma matutina de su hermano, hizo que las horas de sol fuerte se pasasen con una cierta velocidad y que poco a poco, la brisa del atardecer, lo hiciese volver a la realidad.
Había sido una larga jornada de trabajo, pero había valido la pena, pues ya tenían cosechado todo el campo, ahora tocaba liar los fardos y recogerlos al día siguiente.

Paco se bajó de la máquina cosechadora y se dirigió hacia Antonio. Al llegar le dio un abrazo enorme y una palmadita en la espalda y le dijo: macho, te has comportado como un hombre. ¡Creo, que nos merecemos unas cervecitas frescas y un buen pedazo de manchego!
Quien podía resistirse a esa sonrisa tan encantadora que tenía su hermano. Realmente, más de una vez les había sacado de apuros delante de su madre y gracias a ella, se habían librado de más de una bronca.

Se dirigieron a su rincón favorito, el del viejo empaquetero, como ellos llamaban a la maquina de llevar los fardos, que hacía al menos diez años había dejado de funcionar.


Allí estuvieron un buen rato, hasta casi el anochecer. Realmente, cuando estaban juntos el tiempo volaba veloz y las confidencias siempre andaban acompañadas de risas y carcajadas.

De repente Antonio recordó que no había devuelto la broma a Paco y entonces, su rostro se torno serio y mirando fijamente a su hermano le dijo: tío, ¿sabes a quien vi anoche?
Paco intrigado respondio: no. ¿Cuenta? Cuenta...
Y Antonio con una sonrisa intrigante en sus labios, soltó a media voz: a Marta...
La cara de Paco cambió por segundos y el silencio selló su voz.

La venganza estaba servida...ahora solo le faltaba hilvanar la historia, tejer esa sutil trama, y dejar que Paco por un tiempo, experimentase el terror que él había padecido esa mañana. Siendo consciente que, al día siguiente su querido hermano Paco, volvería a la carga con una nueva broma. Ellos eran así y en el fondo, le gustaba.