jueves, 7 de julio de 2011

Las ventanas del alma

Desde siempre he oído que los ojos son las ventanas del alma. Y desde siempre me he preguntado como podían serlo.No sabía donde mirar. Porque el alma, según tengo entendido no puede verse. Así, que parte de mi infancia la pasé buscando el alma de la gente. 
Yo miraba a sus ojos y observaba como se modificaban al hablar, al expresarse. Cuando estaban contentos, los ojos también sonreían. Solían achinarse, alargándose horizontalmente y creando unas rallitas de expresión. 
En cambio, cuando estaban tristes, sus ojos a veces, se cerraban y al cabo de unos segundos, se humedecían y dejaban asomar unas pequeñas gotas de agua, las lágrimas.
Fue entonces cuando lo entendí. Entendí que al igual que a través de los cristales de una ventana, podemos observar el exterior, nuestros ojos por un lado, nos acercan a ese exterior, nos lo muestran y nos lo enseñan, pero, también, al igual que a través de las ventanas podemos ver el interior de los hogares, acercan a los demás a nuestro propio interior. 
Los ojos no engañan. Los ojos miran pero también son vistos. Los ojos achinados sonríen. Los ojos con lagrimas lloran. Los ojos penetrantes cuestionan. Hay ojos castaños, verdes, azules, violáceos, miel, marrones, negros, esmeralda, ...., ojos grandes, pequeños, medianos, almendrados, redondos, alargados, ...., ojos miopes, hipermetropes, con cataratas, con astigmatismo, ...., ojos y ojos.
Y es que, los ojos igual que las ventanas, tienen sus cortinas, las pestañas. Si cerramos los ojos, echamos las persianas. Si los abrimos como platos, entra el aire a vendavales y algún que otro cuerpo extraño. No es coincidencia, es semejanza. Los ojos y las ventanas muestran y dejan ver. 
Si nos asomamos a la ventana, veremos que pasa fuera. Si nuestra alma, se asoma por nuestros ojos, veremos un mundo diverso al que conocemos. Y es que va a ser verdad. Si miramos a través de la ventana del vecino, veremos la decoración de su casa, que hace en su tiempo libre, cuales son sus hábitos, sus costumbres.... Y si miramos a través de los ojos de nuestros amigos, familiares, conocidos y desconocidos, no veremos otra cosa, que sus propias almas. 
Así, que cada vez que viajo, me gusta mirar. No solo los ojos de las gentes, sino también las ventanas de los edificios. Porque ojos y ventanas, me acercan a mi propia alma.



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