Como os iba diciendo...si hay un lugar en Roma, en el cual puedas rozar la eternidad, no es otro que el Colosseo. Para mi es uno de los bastiones de Roma, por no decir que es el que le da una identidad propia a la ciudad.
Realmente, vale la pena madrugar y esperar allí a que los primeros rayos de luz se cuelen entre su estructura. El silencio que reina en esos momentos en la dormida Roma, te transporta directamente a la magnificencia del pasado, cuando las calles adoquinadas eran transitadas a pie. Es una sensación indescriptible, que se matiza en muchas otras sensaciones, pues realmente es espectacular ver como la sombra de la noche dibuja en las paredes curiosas imágenes alumbradas por la luz solar.
Igualmente, vale la pena entrar en su interior y visitarlo. Si vais en verano...largas colas os echarán para atrás. No lo dudéis, hacerlas, pues van más rápidas de lo que parece.
No se si os sucede como a mí, pero es pisar Roma y sentir su energía abrazándome desde los pies. Hay algo que verdaderamente la hace mágica...y creo que tiene a ver con el agua. Si, si hay algo que está presente en toda Roma es el agua. A pesar de estar a una larga distancia del mar, tiene un precioso río que la atraviesa y está llena de fuentes a cual más espectacular.
A mi me encanta perderme por sus calles adoquinadas y girar y girar, atravesando plazas, placetas y demás rincones. No he llegado a contar cuantas hay, pero lo que es seguro es que en todas ellas o en alguno de sus rincones hay diferentes fuentes.
La más famosa y visitada es la Fontana di Trevi. Siempre recordaré la primera vez que la vi...era de noche...y al girar por una calle vacía, allí estaba ella, iluminada como en la película de Fellini. Realmente, choca un montón al verla, porque te la encuentras de repente...parece como si fuese imposible que la hubiesen construido ahí. Aunque su belleza es incomparable...a mi me apasiona Bernini con su Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona. Esta fuente representa los grandes ríos del mundo, uno para cada continente. Y aunque solo hay cuatro, representa a los grandes, Asia con su Ganges, África con el Nilo, América con el rio de la Plata y Europa con su Danubio.
Pero lo curioso de todo, es que cuando callejeas encuentras fuentes, que con dificultad aparecen en las guías y que son realmente preciosas, como la Fontana delle Tartarughe, en el ghetto o la Fontana delle Api, en una esquina de la Piazza Barberini.
Y para acabar, no se ni siquiera como se llama, pero está situada justo delante del Panteon. Esta fuente es muy peculiar, porque esta creada alrededor de un obelisco egipcio. Normalmente, cuando llegas a la plaza, puedes ver a la gente, sentada en sus escalones apreciando la grandeza del Panteon...pero, si en lugar de admirar el Panteon, te giras y la volteas, descubrirás que está llena de figuras y pececillos que justo al atardecer contrastan con los antiguos edificios que la rodean.
Sin duda alguna, Roma es una de esas ciudades que nunca te cansas de visitar. Yo pude disfrutarla durante quince días seguidos y fue una experiencia maravillosa. Ya que Roma no es solo una ciudad turística, sino que es una ciudad donde vive gente de a pie. Poder pasear por sus diferentes barrios y sentarse a tomar una birra en alguno de sus bares, evidentemente, no en los de la Piazza Navona, que son para los guiris...sino por el ghetto, monti, trastevere...es descubrir las costumbres o maneras de hacer. Allí descubrí lo que era el apperitivo o lo mejor de todo, que a los italianos les encanta el café bien hecho y se lo toman piccolino, piccolino, de pie en la barra del bar.
Pero, para mi la experiencia más autentica fue la de alejarme de Roma y tener que coger un tren para poder visitar las ruinas de Ostia Antica. Los trenes parecen del medievo y en verano, a parte de que van llenísimos de gente que va a la playa, no tienen aire acondicionado. Así que...si sobrevives a ellos, luego pasearte con la solana por las ruinas de Ostia, es como viajar en el tiempo y transportarte a la época de los cesares.
Ostia Antica, es una antigua ciudad portuaria que está a una media hora en tren de Roma. Realmente, los restos son espectaculares, pues hay muchas casas en buen estado y puedes hacerte una idea general de como se vivía en la época Romana.
Ya que hablamos de paseos...este ha sido mi pequeño paseo por tan grande ciudad. Evidentemente, podría continuar hablando y hablando de ella y de sus increíbles rincones...pero creo que si no habéis estado lo mejor es que vayáis a visitarla. Sin duda alguna mi consejo es que dejéis los ojos del turista ávido de monumentos famosos en casa y la descubráis con la mirada inocente de un niño. Dejaros sorprender por el ambiente popular de sus calles y perderos por ella, siguiendo vuestra intuición en lugar del mapa. Creo que ese es el secreto para poder descubrir su eternidad.
Os dejo con una de mis imágenes preferidas, porque es la de la otra Roma, la del día a día, con sus graffitis y sus gatos, la de esa Roma que tanto nos gusta fotografiar a los turistas.
A mi me encanta perderme por sus calles adoquinadas y girar y girar, atravesando plazas, placetas y demás rincones. No he llegado a contar cuantas hay, pero lo que es seguro es que en todas ellas o en alguno de sus rincones hay diferentes fuentes.
La más famosa y visitada es la Fontana di Trevi. Siempre recordaré la primera vez que la vi...era de noche...y al girar por una calle vacía, allí estaba ella, iluminada como en la película de Fellini. Realmente, choca un montón al verla, porque te la encuentras de repente...parece como si fuese imposible que la hubiesen construido ahí. Aunque su belleza es incomparable...a mi me apasiona Bernini con su Fontana dei Quattro Fiumi en la Piazza Navona. Esta fuente representa los grandes ríos del mundo, uno para cada continente. Y aunque solo hay cuatro, representa a los grandes, Asia con su Ganges, África con el Nilo, América con el rio de la Plata y Europa con su Danubio.
Pero lo curioso de todo, es que cuando callejeas encuentras fuentes, que con dificultad aparecen en las guías y que son realmente preciosas, como la Fontana delle Tartarughe, en el ghetto o la Fontana delle Api, en una esquina de la Piazza Barberini.
Y para acabar, no se ni siquiera como se llama, pero está situada justo delante del Panteon. Esta fuente es muy peculiar, porque esta creada alrededor de un obelisco egipcio. Normalmente, cuando llegas a la plaza, puedes ver a la gente, sentada en sus escalones apreciando la grandeza del Panteon...pero, si en lugar de admirar el Panteon, te giras y la volteas, descubrirás que está llena de figuras y pececillos que justo al atardecer contrastan con los antiguos edificios que la rodean.
Sin duda alguna, Roma es una de esas ciudades que nunca te cansas de visitar. Yo pude disfrutarla durante quince días seguidos y fue una experiencia maravillosa. Ya que Roma no es solo una ciudad turística, sino que es una ciudad donde vive gente de a pie. Poder pasear por sus diferentes barrios y sentarse a tomar una birra en alguno de sus bares, evidentemente, no en los de la Piazza Navona, que son para los guiris...sino por el ghetto, monti, trastevere...es descubrir las costumbres o maneras de hacer. Allí descubrí lo que era el apperitivo o lo mejor de todo, que a los italianos les encanta el café bien hecho y se lo toman piccolino, piccolino, de pie en la barra del bar.
Pero, para mi la experiencia más autentica fue la de alejarme de Roma y tener que coger un tren para poder visitar las ruinas de Ostia Antica. Los trenes parecen del medievo y en verano, a parte de que van llenísimos de gente que va a la playa, no tienen aire acondicionado. Así que...si sobrevives a ellos, luego pasearte con la solana por las ruinas de Ostia, es como viajar en el tiempo y transportarte a la época de los cesares.
Ostia Antica, es una antigua ciudad portuaria que está a una media hora en tren de Roma. Realmente, los restos son espectaculares, pues hay muchas casas en buen estado y puedes hacerte una idea general de como se vivía en la época Romana.
Ya que hablamos de paseos...este ha sido mi pequeño paseo por tan grande ciudad. Evidentemente, podría continuar hablando y hablando de ella y de sus increíbles rincones...pero creo que si no habéis estado lo mejor es que vayáis a visitarla. Sin duda alguna mi consejo es que dejéis los ojos del turista ávido de monumentos famosos en casa y la descubráis con la mirada inocente de un niño. Dejaros sorprender por el ambiente popular de sus calles y perderos por ella, siguiendo vuestra intuición en lugar del mapa. Creo que ese es el secreto para poder descubrir su eternidad.
Os dejo con una de mis imágenes preferidas, porque es la de la otra Roma, la del día a día, con sus graffitis y sus gatos, la de esa Roma que tanto nos gusta fotografiar a los turistas.
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