domingo, 3 de marzo de 2013

Los amigos de Peter

Mi siguiente propuesta cinéfila, es un pelín más intimista. Hace ya un tiempo descubrí que me gustan las pelis de grandes diálogos y grandes bandas sonoras. No se si os pasa, pero cuando me siento delante de la gran pantalla, me sumerjo tanto a nivel visual y auditivo, que siempre suelo quedar atrapada por uno de los dos sentidos. Hay películas, que visualmente, son fantásticas y otras, que quizás, no tengan una fotografía especialmente llamativa, pero en cambio, tienen ese "swing" musical que te atrapa con cada una de sus canciones. Y para mí los amigos de Peter consigue ese swing con su preciosa banda sonora.


Si, si algo tiene de particular este film dirigido por Kenneth Branagh, es que cada fotograma está acompañado de una nota musical, que consigue crear un vinculo emocional con él. Siendo prácticamente una historia rodada en interiores, con algunos planos largos en exteriores, son los diálogos y las relaciones entre los personajes, los que juntamente con las canciones de la banda sonora, nos sumergen en el pasado cercano y en la amistad.
Después de un pequeño flash back a los 80 donde el grupo de amigos afianza su amistad, la historia empieza en los 90 cuando Peter, un fantástico Stephen Fry, tras la muerte de su padre, se hace cargo de la gran mansión familiar y decide, juntar a sus mejores amigos para celebrar el nuevo año.


Con los acordes de My baby just cares for me de Nina Simone empezamos a descubrir al grupo de amigos que se dirige hacia el lugar de encuentro, la gran mansión de Peter y que culmina con la llegada a esta y el reencuentro de todos, al compás de You're my best friend de Queen.


Una vez allí...se entremezclan las diferentes historias: la de la entreñable Maggie, interpretada por una comedia Emma Thompson, que después de leer libros de autoayuda, siente el coraje suficiente de confesar su amor por Peter. La de Andrew, un ex-alcohólico interpretado por Kenneth Branagh, perdido en un matrimonio con una star de la televisión americana que se odia a si mismo. La de Mary y Roger Charleston, una pareja atrapada en el dolor por la perdida de uno de sus hijos, interpretados por Imelda Staunton y un desconocido Hugh Laurie. Y por último, la de la descarriada Sarah, que cada vez que un amor se compromete, sale huyendo de él, interpretada por Alphonsia Emmanuel.

Evidentemente, también esta Peter, genialmente interpretado por Stephen Fry, que como buen anfitrión a simple vista parece el nexo de unión de cada uno de ellos y él personaje que destapa cada uno de los recuerdos de amistad.


Sus historias se entrecruzan y a medida que se sucede el film, las hacemos nuestras. Es muy fácil identificarse con ellas, porque en el fondo detrás de cada una de ellas, está escondido un momento de la vida en el cual debes para a reflexionar para saber cual es el camino que quieres seguir.


Evidentemente, lo sublime de este film, es que es una oda a la amistad y a las verdaderas confesiones entre amigos. Sin más, es el propio personaje de Peter, el que al final del film, donde exasperado por lo que parece un encuentro desastroso, muestra un momento de sinceridad plena y aceptación de su yo frente a sus amigos, confesándoles su bisexualidad y su enfermedad, el sida.

Podríamos pensar que después de esto, nos espera un final trágico...pero no es así, ya que si algo queda claro es que no hay mejor brindis que el de la amistad y eso es lo que nos trasmite al final este grupo de amigos, el optimismo por la vida a pesar de las circunstancias y el verdadero valor de la amistad.


Además, los últimos acordes de la película, suenan a ritmo de Elton John con su I guess that's way the call it the blues y al de Daryl Braithwaite con As the days go by , quizá no sean canciones tan cercanas entre nosotros como las del principio del film... sin embargo, son un cierre fantástico a esta estupendísima película de amistad y pequeños momentos para compartir, con un lujo de banda sonora, llena de grandes interpretes de la música de los 80, que merece la pena destacar y si puede ser, os recomiendo tenerla entre vosotros, pues sin duda no os cansareis de escucharla jamás.
 


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