Desde pequeño, soñaba con poder viajar lejos, con instalarme en un pequeño rincón en la campiña Italiana y allí poder dedicarme a lo que más me gustaba, viajar y escribir guías de viajes.
No se porqué, pero me fascinaban todas esas imágenes que mostraban lugares lejanos que sin duda alguna algún día me gustaría visitar. Me conformaba con mirarlas, pero con el tiempo, logré hacer mi sueño realidad.
Cerca del pequeño pueblo de San Gimignano, en plena Toscana, encontré una vieja casa que había que restaurar. No lo dudé ni un minuto y abandone mi querido país en busca de aventuras y de ese sueño por realizar.
Después de un largo año de reformas, papeleos y demás, me encuentro totalmente instalado y dispuesto a llevar a cabo mi primer encargo.
Una pequeña editorial, me ha pedido que edite una guia ilustrada sobre los lugares reconditos de mi región, la Toscana.
Todavía no se muy bien como voy a enfocarla, pues, me gustaría hacer algo diferente. Justamente, el otro día estaba hablando con el párroco de mi aldea, Tomaso, un joven muy amable y divertido, que se ha prestado amablemente a guiarme por algunos rincones y ilustrarme con diferentes leyendas y anécdotas sobre las ciudades.
Me encuentro totalmente abrumado y en mi sino interno, sentimientos confusos ahogan mi estomago. Estoy nervioso y emocionado a la vez. Mi mente viaja veloz del presente al pasado, recordando la emoción que albergaba mi alma cuando abría esos libros ilustrados.
Esta mañana, al disponerme a salir al encuentro de Tomaso, una agradable visita a llegado a mi patio. Una familia de patos, decidida a acampar, ha sitiado el lugar. Creo, que a partir de hoy voy a tener unos muy divertidos inquilinos, de los cuales, más adelante ya os hablaré.
Una pequeña editorial, me ha pedido que edite una guia ilustrada sobre los lugares reconditos de mi región, la Toscana.
Todavía no se muy bien como voy a enfocarla, pues, me gustaría hacer algo diferente. Justamente, el otro día estaba hablando con el párroco de mi aldea, Tomaso, un joven muy amable y divertido, que se ha prestado amablemente a guiarme por algunos rincones y ilustrarme con diferentes leyendas y anécdotas sobre las ciudades.
Me encuentro totalmente abrumado y en mi sino interno, sentimientos confusos ahogan mi estomago. Estoy nervioso y emocionado a la vez. Mi mente viaja veloz del presente al pasado, recordando la emoción que albergaba mi alma cuando abría esos libros ilustrados.
Esta mañana, al disponerme a salir al encuentro de Tomaso, una agradable visita a llegado a mi patio. Una familia de patos, decidida a acampar, ha sitiado el lugar. Creo, que a partir de hoy voy a tener unos muy divertidos inquilinos, de los cuales, más adelante ya os hablaré.
Así, que con Tomaso ya en la puerta esperandome, he tomado mi antigua bicicleta y a golpe de pedal, hemos ido hasta la pequeña capilla que hay a las afueras de la aldea. La capilla, está en el interior de una ermita, la de la Madonna delle Lacrime.
Parece ser, que hace unos cien años, en ese lugar hubo una aparición mariana. Un bimbo, como llaman aquí a los niños, salió a jugar y cayo en un pozo justo al lado de la ermita. Estuvieron como más de una semana buscándolo y cuando ya lo daban por desapareció, una noche se iluminó la capilla y alarmados, pensando que igual había fuego, algunos aldeanos se acercaron al lugar y encontraron al pequeño dentro del pozo.
Desde entonces los vecinos decidieron pintar la puerta de entrada de la capilla de color azul, en honor a la virgen.
Parece ser, que hace unos cien años, en ese lugar hubo una aparición mariana. Un bimbo, como llaman aquí a los niños, salió a jugar y cayo en un pozo justo al lado de la ermita. Estuvieron como más de una semana buscándolo y cuando ya lo daban por desapareció, una noche se iluminó la capilla y alarmados, pensando que igual había fuego, algunos aldeanos se acercaron al lugar y encontraron al pequeño dentro del pozo.
Desde entonces los vecinos decidieron pintar la puerta de entrada de la capilla de color azul, en honor a la virgen.
Desde allí, nos hemos dirigido a la fabrica de embutidos. No se si lo sabréis, pero mi región es conocida por unos fantásticos ahumados que acompañan muchos platos de pasta, como los deliciosos pappardelle col sugo di cinghiale.
Realmente, la historia que acompañaba esta visita...ha sido muy, pero que muy macabra. Todavía tengo los pelos de punta y creo, que no se si seré capaz de poder relatarla.
Tras las cámaras frigoríficas, se descubrieron restos humanos. Nadie sabe muy bien como llegaron, pero, los carabineri, dijeron que pertenecían a unas 15 mujeres. Curiosamente, cerca de il Duomo de Florencia, durante la misma época, desaparecieron una treintena de turistas. Nadie llegó a saber que sucedió con ellos...pero Tomaso asegura, que algunos de ellos, sobretodo, las féminas eran esos cuerpos que se encontraron en la fábrica de embutidos.
Evidentemente, tras macabro relato, yo ya no estaba dispuesto a escuchar más historias. Así, que nuevamente de vuelta hemos cogido las bicicletas y a golpe de pedal hemos retornado a nuestra aldea.
Pero, Tomaso, como buen orador que es, ha aprovechado el camino para relatarme la historia del Postino. Parece ser, que hace unos sesenta años más o menos, el cartero del lugar, iba de un pueblo a otro en bicicleta llevando la correspondencia. Dicen que se hizo famoso por la gran velocidad que alcanzaba con ella. Y claro, está...sin duda alguna debe ser cosa de brujas. Según dice Tomaso, hizo un pacto con el diablo y su bicicleta podía incluso hasta volar.
Ya en la cafeteria de Franco, saboreando un delicioso macchiato, hemos continuado la grata charla. Tomaso, insistia en ir a ver los restos de la bicicleta del Postino, que se encuentran justo al lado del buzon de correos.
Así, que tras el café, hacia allí nos hemos dirigido. Me ha asombrado ver el estado en que se encontraba la bicicleta. Y Tomaso, nuevamente me ha explicado, que al parecer, según dicen, si por casualidad, tocas el timbre de la bicicleta en un 29 de febrero, como por arte de magia el cartero aparece en tu casa con una carta.
Yo no se bien si todas esas historias son realidad o meras leyendas aldeanas, que adornan y dan encanto a tan precioso lugar.
Pero, de lo que estoy seguro es de que todas ellas acompañaran los relatos de mi guia y le darán ese toque especial que buscaba, ese toque que nos transporta entre la fantasía y la tradición ancestral.
Jolin Ana, y yo me he perdido un montón de tus historias!!! ¿Dónde vivo por favor??? Ya te he añadido a mi bloglovin, que por fin me he abierto una cuenta, y así no me pierdo nada!!!
ResponderEliminarMe ha encantado la historia y las fotos, y que estas las hayas podido tomar en tu querida Italia al ladito de una personita entrañable a la que me encantaría achuchar.
Un beso enorme y prometo ponerme al día!!
Gracias Eva! Tengo que empezar yo también a usar bloglovin, que nos lo mostró Alvaro en su curso y me pareció super organizado e interesante :) Me alegro de que te haya gustado. Como ya puedes imaginarte, Italia es todo un fondo de inspiración con sus imágenes y achuchar a Emi fue todo un placer. Besotes guapi y gracias por pasarte y comentar. ;)
EliminarAna me encanta tu historia y tus fotos! Las fotos de las bicis son preciosas :-)
ResponderEliminarMuchisimas gracias guapetona! Es que Italia inspira un montón! Besotes ;)
EliminarQué bonita historia y cuánto te han dado de sí las fotos, eres una artistaza!!! ♥
ResponderEliminarMuak!!!
Muchisimas gracias guapetona! Ahí estamos...desde chiquitita que me gusta lo de dejar ir la imaginación...jejeje. Un besote y gracias por pasar.
EliminarWooooow, Ana, qué pasada de blog, te lo has currado un montón, me has tenido un buen rato enganchada a tus palabras, me encanta como escribes. Y las fotos son preciosas, me ha gustado muchísimo la de la bici, que bonita, me gusta ese pie en el pedal le da todavía mas vida a la foto. Parece que últimamente estamos sincronizadas verdad? jajaja! Ya te he guardado en mis favs. así podré seguirte de cerca. Un beset guapa!!!
ResponderEliminarGracias Ali ;). Sin duda estamos sincronizadas...me encantan estas coincidencias. Y me alegro de que te guste el blog, es una manera de dar rienda suelta a mi imaginación. Un petonàs flor.
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